Es el dia

Cuando despertó, se encontraba amarrado. Apenas podía moverse. Intentó mover la vista para distinguir el motivo de su inmovilidad, y descubrió que estaba en una especie de soporte de madera, y sujeto con argollas. No sabe cómo llegó hasta allí, pero sabe que eso no es bueno.

Miró hacia abajo, y se dio cuenta que estaba a considerable altura. Podía ver a la gente paseando por debajo de la estructura donde estaba sujeto, y solo con eso también se dio cuenta que ese día no era normal. La gente iba vestida, sí, pero algo en sus atuendos le hizo pensar que ese día era un día grande. La sospecha de que él era parte importante de esa celebración, cualquiera que sea, cayó como un mazazo sobre su delgada figura.

A medida que pasaban las horas, a medida que oscurecía, más y más gente se concentraba en esa especie de plaza que tenía a sus pies. Curiosamente, no se encontraba del todo incómodo. De cuando en cuado, alguien señalaba hacia él, un grupo le miraba y a continuación se emocionaban por lo que fuera que estuvieran hablando. No quedaba duda: algo le pasará, y todos lo están esperando.

Ya de noche, el gentío en la plaza hacía que no pudiera escuchar sus propios pensamientos. De repente, se abrieron las puertas que daban acceso a su estructura y entró un grupo de gente. Las autoridades, pensó… Un par de ellos dirigieron emocionadas palabras a la muchedumbre que respondía con vítores y aclamaciones. Pero él estaba demasiado aterrado para entender de qué hablaban…

Y después, uno de aquellos cogió una llama y se la acercó… “No puede ser, ¿un verdugo a cara descubierta?” Eso fue lo último que pudo pensar hasta que el fuego lo rozó. Instantáneamente, empezó a chamuscarse, a chisporrotear, un raro aroma se elevaba y sabía que lo producía él. No, esto no puede acabar así, ¿pero cuál es el motivo? ¿Por qué ésta condena? no, noo, nooo…..

En cuanto la llama prendió la mecha, rápidas chispas ascendieron hasta el delgado cuerpo del cohete. A continuación, la llamarada resultante lo impulsó rápidamente hacia el cielo, ascendiendo vertiginosamente hasta que al cabo de apenas unos segundos… ¡bam!...

Las fiestas del Pilar habían comenzado oficialmente.