Soy estadística

Pues nada, ya mas calmado y decansado, puedo dejar constancia de lo que nos han deparado estos días de asueto costero.

Mas o menos ha sido lo que me esperaba: el viaje con las graciosas anécdotas que supone llevar mas bultos de los que caben en el maletero del coche, lo que implica jugar al tetris entre las bolsas que no caben detrás, y los pasajeros del vehículo; la llegada con la trajín de soltar bolsas y mas bolsas en medio de una acera peatonal, rezando para que los agentes de tráfico hagan la vista gorda con eso del turismo; el chaval que se nos intentaba escapar cada dos por tres, ya que ha aprendido lo mucho que le gusta andar por libre; las comilonas que nos hemos pegado en desayunos, comidas y cenas, jurando que esa era la última y que a partir de la siguiente seríamos mas comedidos; mi particular alergia al sol, que ha sido menos ofensiva que la del año pasado (el anterior verano parecía que me había comprado un cinturón de pus); los planes que hacíamos mi cuñada y yo para pimplarnos una jarra de sangría en cuanto tuvieramos oportunidad, etc... en fin, lo normal.

Lo normal, hasta la noche anterior. Como para este asunto no se me ocurren ingeniosas gracias, diré que la noche del sábado al domingo nos entraron al apartamento uno o mas amigos de lo ajeno, y que arramblaron con todo lo que hubiera a la vista. Estando nosotros dentro, durmiendo, y ni nos enteramos. Nosotros solo perdimos unos 30 euros que mi Dama llevaba en un monedero, pero mi cuñada y mi suegra... bueno, diversa cantidad de billetes en efectivo, sus dos teléfonos móviles y un ordenador portatil (al que aun le faltan unos pocos plazos por pagar). Sumando el valor de lo sustraído, pues todo ronda unos 1.500 euros que se han esfumado de la noche a la mañana, literalmente.

Así que tras el típico revuelo que se forma a la mañana siguiente tras observar lo sucedido, vamos a la policía a poner la denuncia; como se trata de la modalidad de robo sigiloso, resulta que ellos no se hacen cargo, sino que es tema de la Guardia Civil, que está muy interesada; solo que como allí no hay casa cuartel, nos hemos de desplazar a otro pueblo a poner la denuncia. En fin, todo molestias.

No voy a extenderme. La benemérita (bastante ajetreada ese domingo), nos atiende y tras una espera nos toma declaración para la denuncia, y se sorprende bastante que nos hayamos despertado relativamente bien, ya que en esos casos al parecer los malhechores rocían a los ocupantes de la vivienda con un spray que las adormece mas aun, con unos efectos secundarios bastante evidentes a la mañana siguiente, aunque por suerte nosotros no los hemos sufrido. En fin, el caso es que a la vuelta, los componentes mas alterables del grupo se ponen nerviosas acerca de que no pueden pasar una noche mas allí, que se sienten inseguras, que por favor nos volvamos a casa. Aun nos quedaban un par de días mas de alquiler, pero en fin, si así se quedan mas tranquilas, despues de comer recogimos todo y enfilamos la autopista.

Así que eso es lo sucedido. Y encima este año no he podido nadar entre peces (tengo complejo de Cousteau menor), así que en fin, casi me va a apetecer volver al curro y todo...

Hala, ya he hablado bastante por hoy. Que tengan buena jornada.