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domingo, 9 de noviembre de 2008

Beau-rocracia

Me encontré en el buzón un aviso de correos. Habían venido a traerme una carta certificada, y al no estar en casa debía ir a recogerlo a su oficina. Es lo que sucede en las casas vacías, claro, y se está conviertiendo en algo habitual últimamente. Nunca me ha molestado ir a recoger cosas a Correos, y esta vez no iba a ser una excepción, así que me abrigué, cogí el resguardo y silbando, fuí dando un paseo hasta la oficina.

Al llegar, la ví abarrotada de gente. Era un viernes por la tarde, así que debía haber supuesto que tal vez era una "hora punta", pero en esa oficina pocas veces se juntaba una pequeña multitud. Aun así, me sorprendió que hubiera tanta cola.

No obstante, ví que Murphy no había aparecido por el lugar. Si bien las ventanillas de Envíos y Pagos estaban saturadas, la de Recogida estaba vacía. nadie. Solo el funcionario de ese apartado haciendo tareas varias y papelos al otro lado del mostrador. Sonreí, ligeramente avergonzado al no tener que esperar cuando alrededor mío las filas eran al serias, y avancé hasta la ventanilla.

Atravesé la paciente muchedumbre y me planté frente al funcionario. Tras el "buenas tardes" de rigor, le planté la notificación y el DNI mientras, de forma obvia, le mencionaba que venía a recoger algo.

- Buenas tardes -me comentó- ¿Ha sacado número?

Me quedé un par de segundos sin reaccionar. Miré a ambos lados para cerciorarme que, efectivamente, no me había confundido y había lista de espera para esta mesa, pero no. Estaba completamente solo. Y el funcionario seguía esperando una respuesta.

- Er... ¿número?... ¿aquí?... ¿se refiere a esta ventanilla en donde solo estamos usted y yo? ¿nadie mas?...
- Sí, necesita un número, señor. Por favor, vaya al dispensador y saque número.

Terminó la frase mientras se volvía a sentar y a su repetitivo trabajo de papeleo. Creo que el final "...saque número" se lo dijo a su monitor, no a mí. Aturdido, regresé a la máquina dispensadora de números y busqué la opción adecuada. "B-Recogidas". Pulsé el botón, e inmediatamente una bocina sonó en la estancia. Miré a la pantalla de avisos y en ese momento ví que acababa de salir un nuevo número en pantalla: "Recogidas - Mesa 4: Nº 220". No necesité mirar mi ticket para saber que tenía el nº 220.

Volví a la mesa 4 con el papelito donde ponía "220" en grande presentándolo como si fueran mis credenciales. "Hola -balbuceé- soy el de antes, he sacado número y..."

Cogió el aviso de recogida y se fué a buscarlo. Ni miró el número. Ni se preocupó en saber si efectivamente era mi turno o si se había colado alguien mientras tanto. No le interesaba. Lo importante es que había que sacar número; yo no lo hice y ahora había enmendado mi error. El mundo estaba a salvo.

Cogí el sobre, firmé, y me fuí de allí, sin que se me fuera de la cabeza lo absurdamente kafkiano de la situación que acababa de vivir. Mientras me alejaba, llegué a oir la expresión de sorpresa que emanaba de la única persona que esperaba detrás de mí, cuando el funcionario le preguntaba: "Buenas tardes, ¿ha sacado número?"...

3 Comments:

  • At 10/11/08 09:48, Blogger MonSeñor Gusano said…

    Así va España señores. Cuando un vago, tiene la seguridad de que su puesto es sagrado, suelen ocurrir estas cosas. Es poseido por el mal. Sabes si disfruta al hacerle estas putadas a las abuelicas?

     
  • At 10/11/08 10:48, Blogger Mister Lombreeze said…

    Soundtrack, es que en Navidades rifan un jamón. Espero que guardes el "220".

     
  • At 13/11/08 17:30, Blogger Soundtrack said…

    Pues no sé, Monseñor. Supongo que depende de cada persona. Me han tocado funcionarios increibles que me han ayudado mucho y me han aconsejado sobre los siguientes pasos a dar como si fuese un colega de toda la vida. Y he visto asalariados pasando de mí. Supongo que depende de la persona, mas que del puesto.

    Maldita sea Lombreeze!... como no suelo jugar, no lo (res)guardé :)

     

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