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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Judith

Esta historia fue escrita para colaborar en una especie de concurso de relatos cortos sin mas afán que el de disfrutar de este pequeño divertimento, y por supuesto, el angustiarse buscando una historia que encajase con el tema propuesto cada vez. Me lo pasé bastante bien, así que ahora aprovecho que ya lo tengo todo escrito y así me ahorro pensar unos cuantos posts :P.

Esta historia fue enviada para el tema La Casa de Verano:
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Hacía tiempo que el camino dejó de estar asfaltado, y el vehículo rodaba por una pista forestal. Los ojos del conductor se movían a ambos lados, fijándose en todo y recordando aquel paisaje una vez más. Dejó atrás una bifurcación y continuó por el camino que rodeaba el lago, hasta la casita de verano. Como otras veces, recordó la última vez que todos estuvieron allí, hace tanto tiempo.

Todos los años iban las familias a pasar unos días juntos en esa casa. No era la mejor de las que rodean el lago, pero estaba casi en la orilla y prácticamente al lado de un riachuelo cercano, lo que la hacía casi única. Siempre iban y se lo pasaban en grande, todos los años, todas las familias… Hasta que Judith desapareció.

El conductor sacudió la cabeza para quitarse esa imagen de la mente, y concentrarse en el camino que le llevaba a la casa. Ese camino apenas parecía transitado, y se dijo que tal vez, nadie ha recorrido esa vía desde que él mismo lo hiciera, el año anterior.

Judith… Recordó a esa alegre chica de su edad (en aquel entonces todos tenían la misma edad); sus coletas que insistía en seguir llevando cuando todas sus amigas pretendían peinarse de forma algo mas adulta; su jovialidad… y el caos que se desencadenó esa noche cuando faltó al recuento. Todo el lago participó en su búsqueda, la policía dedicó recursos y más recursos... incluso dragaron el fondo del lago por si acaso, a pesar de que ella era una excelente nadadora. Nada. Como tragada por la tierra. Sus padres nunca se recuperaron.

Tras pasar una última curva, la casa apareció ante sus ojos. Desvencijada, absolutamente destartalada. Ya no volvieron a reunirse ningún verano más, ni en esa casa ni en ninguna otra. E incluso la propia casa apenas volvió a alquilarse en cuanto se corrió la voz de lo sucedido. Tan solo algún cazador pedía algunos días en otoño, para la temporada, pero nadie más. Salvo él, por supuesto.

Todos los años, en la misma fecha, alquila la casa por 24 horas y vuelve a revivir ese día. Los dueños lo saben y ni siquiera le cobran la estancia; de hecho, últimamente ni hacía falta avisar. Ese día era suyo, solo suyo.

Bajó del coche y protegiéndose los ojos del sol, caminó hacia la aviejada estructura. Sin embargo, en vez de entrar en la casa, continuó más allá. Siguiendo el lecho del río, hasta una pequeña gruta donde jugaban siendo niños. Hacía años que la entrada estaba cubierta por piedras, pero aun así se agachó para entrar en el pequeño hueco.

No dudaba mientras retiraba las piedras, una a una. Sabía exactamente cuales debía retirar y cuales no. Por cada hueco que aparecía en la irregular pared, una escena se mostraba ante sí, recordando los gritos y los juegos de todos los niños en el embarcadero del lago, alrededor de la hoguera, las miradas furtivas que se escondían rápidas, vergonzosas, cuando empezaba a florecer la pubertad…

De repente dejó de retirar piedras. Lo que veía a través del hueco no era una roca, sino una forma blanquecina y lisa. Desde ese ángulo, podía ver que aun quedaba algo de cabello y medio brillaban los restos de un antiguo broche en forma de mariposa, que por entonces le prendía de una coleta. Tras comprobar durante unos minutos que tanto el cráneo como el resto del cuerpo seguían en la misma posición en la que descansaba durante los últimos años, volvió a cerrar la entrada de la cueva.

Una vez dejó la entrada de la gruta igual que la encontró, se sacudió la tierra de la ropa y se lavó en el riachuelo cercano. Volvió a su coche y maniobró hasta enfilar el camino de vuelta, con la satisfacción del deber cumplido.

Adiós, Judith. Hasta el año que viene.

4 Comments:

  • At 28/11/10 22:03, Anonymous lunes said…

    Sin palabras. Entre lo bello y lo desconcertante, pero para mí casi perfecto. Buenísimo .Y creo que alguna otra cosa he leído suya que también me encantó (lo de la tapia del cementerio ¿no?). Si es que malgasta usted sus potenciales creadores... ¿Qué? ¿comer? ah, bueno, sí. No deje de ir a la fábrica, claro.

     
  • At 29/11/10 17:53, Blogger Soundtrack said…

    Caramba, usted sí que me ha dejado desconcertado, señor Lunes. Muchas gracias por sus muy amables palabras. Me alegro que haya disfrutado de la lectura...

    Sí, el relato del cementerio también lo perpetré yo, y además de a usted también le gustó a un jurado, cosa que me congratuló en el aspecto material del arte :P

    No es la primera vez que me dicen que estoy malgastando mi potencial... aunque generalmente me lo decían las mismas personas que me abonan la mensualidad puntualmente... ¿usted cree que estaban tratando de insinuar algo? :))

    En cualquier caso, muchas gracias, en serio...

     
  • At 1/12/10 12:13, Anonymous Eriwen said…

    Eres un psicópataaaaaaaaaaaaaaaa jamás te podré mirar igual ='( ='(

     
  • At 1/12/10 17:49, Blogger Soundtrack said…

    Er... Eri, técnicamente, nunca me has mirado, así que dificilmente podrás mirarme igual... ¿igual que cuándo?... :P

     

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