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martes, 21 de febrero de 2012

La tierra de las flores

Parece que Valencia ha dejado de ser la tierra de la luz y del amor. De la luz porque como la administración no paga las facturas de las eléctricas pues van cortando el suministro a sus edificios institucionales. Del amor, bueno, porque en las movidas que ha habido en los últimos días por los alrededores del instituto Luis Vives se ha repartido de todo menos amor. Desde luego, ver las imágenes de las cargas de antidisturbios contra la mansedumbre allí reunida, da arcadas. Si queréis verlo, creo que youtube está saturada de vídeos informativos e ilustrativos a tal efecto.

Uno se pregunta el por qué de tan desproporcionada respuesta. Evidentemente algo huele a pútrido si ante algo tan obvio y básico como quejarse de que no hay calefacción en la escuela en lo mas crudo del crudo invierno, se reprende de modo tan agresivo como inesperado. Y no ha sido una escalada de fuerza tras días de movilización, sino que desde el primer momento los blindados ya tenían claros sus objetivos. Y luego, si cuando los dirigentes deben demostrar que gobiernan para el pueblo y no a costa del pueblo, lees que el propio jefe superior de Policía de Valencia llama a los manifestados "el enemigo", es cuando se te enciende la luz de alarma en el presostato de indignación urbana. Cualquiera con dos falanges por encima de la ceja puede ver que están apagando las fallas con gasolina, al precio que va. Así que lo lógico sería pensar que en la cadena de mando no suman dos dedos de frontales en total. Pero no veo lógico que ni los dirigentes, ni los dirigentes de los dirigentes, ni los intemediarios que hay desde ese punto hasta los que mandan, tengan un mínimo de inteligencia, por malvada que sea, para no ver venir lo que se avecina. Por lo tanto, ¿Qui Prodest?

Visto lo visto, parece que los únicos beneficiados de ir asfixiando las legítimas protestas del pueblo, serán los absolutos dirigentes que tenemos. En cuanto un solo joven, adulto o anciano que harto de lo que está viendo decida levantar la mano un poco más por encima del codo, y no precisamente para beber, será la excusa perfecta para liberar la guerra total contra el disidente. ¿Que ellos son minoría con lo que en la práctica son ellos los disidentes contra la voluntad popular? Bah, minucias. Las urnas les absuelven y dan carta blanca para poder apropiarse de lo poco público que aun controla el estado. Y Valencia es la prueba de funcionamiento. Ha sido allí donde ha empezado a surgir una pequeña chispa (¡por no tener calefacción en un centro público, recuerden!), y han decidido apagarla con un lanzallamas. Es una estrategia impecable: jamás podrá arder un campo de cenizas.

Así que pongamos las barbas a remojar y preparémonos para lo que nos viene, porque dudo que tengan la más mínima reserva en aplicar estas medidas al resto de la península. Y aquí viene el dilema, ¿qué hacer?... Esto se está preparando para que llegue una respuesta violenta desde abajo, pero hay que controlarse porque es la excusa que van buscando, el casus belli que con la paternal expresión de "os lo dijimos" abre la puerta a más recortes de derechos y brutalidad represora. Nótese que no estoy usando el término genérico de brutalidad policial, porque aquí los protagonistas son la UIP, y solo ellos y sus jefes. Sé que seguiré saliendo a protestar a la calle, a pesar de que empiezo a ponerme nervioso al pasar cerca de algún uniformado, por si acaso. Pero la alternativa, quedarse en casa, sería mucho, mucho peor. En Grecia lo saben.

Así que como he dicho al principio, por eliminación, Valencia ya sólo es la tierra de las flores.

Hasta que las privaticen, claro.