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viernes, 4 de mayo de 2012

Cuentame como sucedió (el remake)‏

En un futuro algo más cercano de lo que nos gustaría, la familia se reúne frente al televisor para seguir las aventuras de los personajes favoritos de la antigua televisión pública española.

En la pantalla, se observa a Antonio Alcántara que vuelve a casa, comentando con Carlitos que acaba de estar con sus amigos tomando algo. Uno de ellos anda un poco tristón por haber perdido el empleo, pero con la indemnización por despido y lo que le queda de paro, puede ir tirando mientras sale otra cosa. Se está pensando el hacerse autónomo para probar, pero como el futuro es incierto. Otro amigo, funcionario de la agencia tributaria (que está de baja al haberse fracturado un brazo al tropezarse en las escaleras de la oficina), le dice que espere un par de meses y lo vuelva a plantear, que mientras tanto puede revisar la legislación al respecto para ver si sería muy caro para él, o si merece la pena intentarlo. Que por cierto, en la casa solo están ellos dos. ¿Dónde está el resto de la familia?

Carlitos, que acaba de volver de las clases de la universidad y tiene ganas de irse a dar una vuelta, contesta que su hermano Toni se había ido a cubrir una manifestación en la otra punta de la ciudad. Que su madre había acompañado a la abuela Herminia al médico, para la revisión rutinaria, y que Inés había llamado porque ella y su pareja igual se acercan a visitarlas este fin de semana. Acto seguido deja los libros en su cuarto, casi en el mismo movimiento recoge las llaves de casa y, con un rápido "adiós", se va. Mientras desaparece murmura algo de que los primeros cursos de la "Uni" siguen llenos de gente, y que necesita airearse...

Antonio se sienta en el sofá mientras se estira para ponerse cómodo. Así que Merche ha ido a acompañar a su madre al médico... es una buena noticia. Desde que le detectaron ese bultito en el pecho, había desarrollado un pánico irracional a las instalaciones hospitalarias. Suerte que lo detectaron a tiempo y era benigno, con lo que en pocas semanas todo se quedó en un susto y una pequeñísima cicatriz en un costado. Que haya accedido a acompañar a su madre significa que ya ha superado esos miedos, o que al menos ya se siente lo suficientemente fuerte como para evitar ir si hace falta. Y luego lo de Inesita... es cierto que para él fue un drama personal cuando les dijo que era lesbiana y había conocido a una chica, pero con el tiempo tuvo que reconocer que su pareja era encantadora. Disfrutaba cuando venían de visita porque en la práctica es como si de repente, en vez de solo una, tuviera dos hijas que se desvelaban por atender a su padre; claro que eso nunca lo reconocería en público, por supuesto, pero no pudo evitar una satisfecha sonrisa de complicidad pensando en el próximo fin de semana. Eso sí, la sonrisa se le congeló brevemente cuando de repente pensó en el manojo de recetas que traería su suegra Herminia, y que tendría que ir a retirar él a la farmacia porque "a ellas ya no les daba tiempo". Menos mal que esas recetas eran gratuitas y que si son muchas no tendría que esperar: las dejaría donde ya le conocen y ya recogería los medicamentos al día siguiente.

Finalmente, Antonio decide levantarse del sofá, enciende el televisor y mientras se oye de fondo la locución de una noticia que habla sobre unas críticas al gobierno por una actuación que no llega a entenderse, se mete a su cuarto, fuera de cámara. Fundido en negro. Anuncios.

La familia que estaba viendo estas imágenes se despereza, alguno incluso aprovecha para ir al baño. Todos menos un niño, cercano a la preadolescencia, que todavía mira a la pantalla, absorto, pero sin prestar atención a las fabulosas ofertas en internet móvil o en moda de temporada.

- Papá - Pregunta
- ¿Sí, muchachuelo? - Responde el padre, solícito
- Esto que acabamos de ver... ¿es cierto?... Quiero decir... ¿antes se vivía así?
- Pues... sí, así era... - Responde el padre, recordando sus tiempos jóvenes, en los que existían servicios públicos sin ventanillas de pago en las entradas.
- Papá... - Volvió a decir el chaval, con voz un poco más seria.
- ¿Sí?, dime hijo...
- ¿Cómo permitisteis que os lo quitaran?...