La vida es sueño

Esta mañana me ha sucedido una de esas cosas que no sé para que las cuento, si resulta que son humillantemente patéticas :)

Estaba yo durmiendo plácidamente, cuando el inexorable devenir de los Tiempos se me echó encima. Es decir, que sonó el despertador. Hasta aquí todo normal. El problema vino cuando, al despertarme, me doy cuenta que tengo las manos dormidas.

Como no es la primera vez que me pasa (de hecho es mucho peor cuando se me duermen ambos brazos a la vez, que para levantarme me tengo que retorcer y pegar botes, que parezco una lombriz con hemorroides...), pues eso, que no le doy demasiada importancia, y me dispongo a apagar el despertador. Pero, ¡oh sorpresa! No tengo sensibilidad en las manos, no sé lo que estoy tocando ni por donde...

Como mi despertador ya tiene su edad, no le funciona el típico botón superior el cual golpeas ciegamente para buscar clemencia y paz en la madrugada; se tiene que desconectar con un interruptor lateral de tres posiciones: una de ellas trae el silencio, las otras dos, sangre y fuego.

Pues ahí me teníais intentando palpar algo... lo mismo podría haber estado manipulando un reloj, que la lámpara de noche, que una berenjena: no notaba nada que me ayudara a acabar con el ensordecedor pitido que poco a poco me taladraba el tímpano. Al final, con la desesperación a flote, era mi propia Dama quien me gritaba "Por favor, desconéctalo de la pared!!!"... lo mismo habría dado: a oscuras ni notaría donde estaba el enchufe...

En fin, al final noté un pinchazo enorme en el pulgar y al mover el dedo la alarma se paró. O habré acertado de casualidad, o estaba manipulando sin querer al gato, el cual decidió acabar con todo por su propia seguridad. Sea lo que sea, misión cumplida (bueno, salvo que mi Dama me llame de aquí a diez minutos, diciéndome que de desconectar nada, y que al final le ha pegado un martillazo al aparato, que todo puede ser...)

Pues hala, ya me he avergonzado bastante. A pasar buen finde.