Travesuras
“¡No juegues en el cementerio!”. Sus padres le advertían una y otra vez, pero el cementerio de Uncastillo ha sido el lugar favorito de los niños desde siempre. Incluso sus padres jugaron allí en su día. ¿Por qué a él no le dejaban? Cambiar las flores de sitio, o darle la vuelta a alguna decoración, eran travesuras inocentes desde tiempos inmemoriales. Cosas de chicos...
“¡No juegues en el cementerio!”. Como muchas noches de verano, ignoraba la paternal advertencia y se iba a recorrer la silenciosa oscuridad del lugar. ¡Qué divertidas eran estas aventuras sin que nadie le vigilase...! Pero esa noche era diferente. No podía apedrear tranquilo porque unas voces le alarmaron y decidió irse antes de que los adultos le pillaran con las manos en la masa. “También ellos querrán divertirse” – pensó.
Mientras sorteaba mohosas lápidas a la tenue luz de la luna, notaba como las voces se acercaban. La sensación que transmitían no era de tranquilidad y buenos modales, así que mejor evitar la puerta principal.
Volvió sigiloso sobre sus pasos y saltó la tapia por el sitio habitual, pero lo que se encontró al caer no era ni mucho menos la habitual soledad del camino. De hecho, de la sorpresa se quedó paralizado justo en el sitio donde cayó.
“¡No juegues en el cementerio!”. Se preguntó por qué habría tenido que desobedecer. Se preguntó qué hacían vecinos suyos apoyados en la tapia del cementerio. Y dejó de preguntarse cosas cuando el oficial al mando del pelotón gritó: ¡Fuego!
Texto enviado al Concurso de Microrrelatos de Uncastillo 2008. El fallo del jurado debería haberse publicado en mayo. En junio dijeron que como había muchos textos, el resultado se demoraría unas semanas. Como ya han pasado 12 semanas desde entonces, pues lo publico aquí, oiga...
“¡No juegues en el cementerio!”. Como muchas noches de verano, ignoraba la paternal advertencia y se iba a recorrer la silenciosa oscuridad del lugar. ¡Qué divertidas eran estas aventuras sin que nadie le vigilase...! Pero esa noche era diferente. No podía apedrear tranquilo porque unas voces le alarmaron y decidió irse antes de que los adultos le pillaran con las manos en la masa. “También ellos querrán divertirse” – pensó.
Mientras sorteaba mohosas lápidas a la tenue luz de la luna, notaba como las voces se acercaban. La sensación que transmitían no era de tranquilidad y buenos modales, así que mejor evitar la puerta principal.
Volvió sigiloso sobre sus pasos y saltó la tapia por el sitio habitual, pero lo que se encontró al caer no era ni mucho menos la habitual soledad del camino. De hecho, de la sorpresa se quedó paralizado justo en el sitio donde cayó.
“¡No juegues en el cementerio!”. Se preguntó por qué habría tenido que desobedecer. Se preguntó qué hacían vecinos suyos apoyados en la tapia del cementerio. Y dejó de preguntarse cosas cuando el oficial al mando del pelotón gritó: ¡Fuego!
Texto enviado al Concurso de Microrrelatos de Uncastillo 2008. El fallo del jurado debería haberse publicado en mayo. En junio dijeron que como había muchos textos, el resultado se demoraría unas semanas. Como ya han pasado 12 semanas desde entonces, pues lo publico aquí, oiga...
5 Comments:
At 10/9/08 16:38, Anónimo said…
me gusta, sencillo y sorprendente. muy bueno :)
eva
At 10/9/08 20:42, Soundtrack said…
Muchas gracias, Anónima Eva :)... me encantan las historias con final sorpresa ;)
At 11/9/08 10:21, Mister Lombreeze said…
Es que a los de Uncastillo no les gusta que les toquen a sus muertos.
Buen relato.
At 12/9/08 08:21, lunes said…
Pues tiene todo para ganar un concurso. Por mí ganador ¡hala¡
At 17/9/08 07:59, Soundtrack said…
Lombreeze, pues alguno de Uncastillo que me rodea creo que sí tiene ganas de tocarlos, pero en fin, al final será como los chistes de Gila: a quien no les gusten estas bromas, que se vayan del pueblo :P
Lunes, muchas gracias!, a ver si por fin emiten el fallo, aunque sea para poder leer el resto de microrrelatos...
Publicar un comentario
<< Home