Fin de fiestas

Ayer iba tranquilamente de paseo a buscar a mi Dama y al pequeño Gengis, cuando justo antes de llegar al punto de encuentro, me encuentro un barullo de gente en medio de por donde pensaba pasar. No tendría mayor problema si no fuera porque había dos ambulancias y dos coches de la policía.

Como a pesar de que me mola el morbo, me considero moralmente superior si evito mirar al pasar por alguna zona "caliente"; no se por qué razón, pero creo que, pase lo que pase, lo que haya en medio se merece toda mi intimidad, así que procuro prestar atención para, en el último momento, desviar la mirada. Al fondo diviso una moto en precario estado, aparcada de malos modos en una farola, así que supongo que se trata de un accidente de moto, con lo que me dispongo a desviar mi atención hacia cualquier lugar donde no estén ni la moto ni las ambulancias.

Craso error; mirando a la calzada veo como los agentes de policía tapan con hojas de periódico lo que queda de unos abundantes restos de sangre. Muy reciente. Soy mínimamente aprensivo, pero lo que me hace dar un vuelco al corazón no es la sangre sino lo que realmente significa. Curiosamente, mientras me alejaba de allí, el subconsciente no hacía mas que decirme "que raro, parece sangre muy falsa". Eso solo tiene una explicación, no es nada agradable, e intento ignorarla cada vez que aflora a mi zona consciente.

Ahora acabo de leer que fue atropellado un abuelo de 90 años por una moto, mientras cruzaba la calzada por donde no debía. Sigue muy grave, y me sorprende que siga, la verdad. No sé para qué la DGT se molesta en lanzar campañas que algunas personas se molestan en ignorar convenientemente. Hasta donde sé, la culpa es del anciano; independientemente de ello, a dos familias se les acaban de amargar las fiestas del Pilar. Espero ser lo suficientemente coherente como para adiestrar a mis herederos para que la seguridad vial no sea un chiste.

Si, el de hoy es un post serio, pero estas cosas me pueden.