Poli bueno, poli malo
Mañana me toca ejercer un papel que en mis años de duro servilismo laboral, aun no había tenido el gusto de interpretar. Veréis, desde el verano pasado, una de las empresas que nos suministra una serie de piezas que no tenemos capacidad para fabricar, empezó a dar problemas de manera continuada. Empezaba a ser habitual el que cada envío recibido de este proveedor, tuviera algun problema mas o menos serio, que provocaban desde el "en fin, a ver si no se repite" hasta el "lo devolvemos tal y como está". Desde el verano pasado, han recibido 17 notificaciones oficiales por productos recibidos no conformes.
Y aunque la relación con ellos no es mala, esta cantidad de reproches ha llegado a oídos de las altas esferas mundiales, que para eso trabajamos en una multinacional. Y nos ha dicho que les pongamos las pilas. Como sea. Y cuando hay que hacer eso, lo primero que se suele hacer es ir a casa del proveedor y echar un vistazo con nuestros propios ojos. Exactamente, eso voy a hacer. Voy a auditarles. Mi jefe y yo iremos cual Holmes y Watson a descubrir el porqué de sus ultimas angustias (aunque esto tiene truco, la idea es que ellos ya han resuelto el enigma y nos tienen que ofrecer las respuestas, directamente y sin pasar por casilla de salida).
Personalmente, siempre he dicho en voz alta que soy un pésimo auditor. Tal vez tenga otras valías, pero el auditar no está entre ellas. Supongo que esa mezcla de inocencia, confianza en el ser humano, facilidad para ser convencido, nula fuerza de voluntad y recipiente de las mas refinadas perversiones, estas características que componen mi forma de ser, chocan frontalmente con lo que se espera de un auditor: un ser crítico, lógico, audaz, y sobre todo estricto a la par que humano. Así que puedo darme por hodido.
Ya he dicho que a mí el tema de los malos rollos como que no lo cojo con confianza. Sin ir mas lejos, cuando les llamé hace un par de semanas para informar que vayan limpiandolo todo, que nos acercaremos cual mayordomo de la tele, tras nuestra charla el proveedor se quedó con la sensación de que eran ellos quienes tendrían que auditarnos a nosotros. Por suerte, tras un par de balbuceantes correcciones y la ayuda de mi jefe, que me iba marcando lo que debía decir mediante signos de comunicación no verbal (como un partido de beisbol)
Así que nada, mañana veré si tantas temporadas de House han dado su fruto y soy el Risto Mejode de los auditores. Y si nó, siempre quedará la divertida anécdota del pardillo que fue capaz de avergonzar a su propio jefe :). Mañana lo sabremos.
Y aunque la relación con ellos no es mala, esta cantidad de reproches ha llegado a oídos de las altas esferas mundiales, que para eso trabajamos en una multinacional. Y nos ha dicho que les pongamos las pilas. Como sea. Y cuando hay que hacer eso, lo primero que se suele hacer es ir a casa del proveedor y echar un vistazo con nuestros propios ojos. Exactamente, eso voy a hacer. Voy a auditarles. Mi jefe y yo iremos cual Holmes y Watson a descubrir el porqué de sus ultimas angustias (aunque esto tiene truco, la idea es que ellos ya han resuelto el enigma y nos tienen que ofrecer las respuestas, directamente y sin pasar por casilla de salida).
Personalmente, siempre he dicho en voz alta que soy un pésimo auditor. Tal vez tenga otras valías, pero el auditar no está entre ellas. Supongo que esa mezcla de inocencia, confianza en el ser humano, facilidad para ser convencido, nula fuerza de voluntad y recipiente de las mas refinadas perversiones, estas características que componen mi forma de ser, chocan frontalmente con lo que se espera de un auditor: un ser crítico, lógico, audaz, y sobre todo estricto a la par que humano. Así que puedo darme por hodido.
Ya he dicho que a mí el tema de los malos rollos como que no lo cojo con confianza. Sin ir mas lejos, cuando les llamé hace un par de semanas para informar que vayan limpiandolo todo, que nos acercaremos cual mayordomo de la tele, tras nuestra charla el proveedor se quedó con la sensación de que eran ellos quienes tendrían que auditarnos a nosotros. Por suerte, tras un par de balbuceantes correcciones y la ayuda de mi jefe, que me iba marcando lo que debía decir mediante signos de comunicación no verbal (como un partido de beisbol)
Esta señal significa "problemas de rebarbado, marcas en superficie y condiciones de envasado erróneas"
Así que nada, mañana veré si tantas temporadas de House han dado su fruto y soy el Risto Mejode de los auditores. Y si nó, siempre quedará la divertida anécdota del pardillo que fue capaz de avergonzar a su propio jefe :). Mañana lo sabremos.
4 Comments:
At 16/4/08 21:31, ridgeBoy said…
Lo peor de auditar, aparte del traje, tiene que ser el interpretar ser un ególatra y un estirado...
Creo yo...
At 17/4/08 08:17, Soundtrack said…
Ah!, pues entonces no hay problema... Soy un estirado ególatra, con lo que no hay nada que fingir. Y soy como que muy informal con la vestimenta, con lo que fuera incomodidades!
Muchas gracias, me acaba de subir la confianza y la autoestima ;-DD
Claro que... igual esa es la estrategia...me suelta en mitad de la fábrica para atraer la atención del pueblo, y así puede auditar tranquilo y sin molestias... hmmmmm...
;P
At 18/4/08 08:35, lunes said…
Para mí esta entrada está entre lo cojonudo y lo divino, más cerca de lo último. La situación laboral, tu auto análisis y la forma de contar todo. Ya nos contarás el resultado.
At 18/4/08 17:56, Soundtrack said…
¡Caramba!.. gracas, Lunes, pero no soy digno :)... a ver cuando tengo un rato y os dejo el (poco interesante) desenlace ;)
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