The Soundtrack Engine

Seguro que tienes algo mejor que hacer...

lunes, 21 de marzo de 2022

Otro día mundial de la poesía

 Me sigue dando sorpresa
el encontrar que hay un día
con una función expresa:
celebrar la poesía.

Y es que viviendo unos años
negativos y convulsos,
que nos echan unos pulsos
situaciones que hacen daños,
transforma en seres insulsos
las crisis de estos tamaños.

Primero fue la pandemia
que a todos nos limitó;
o aun peor, se perdió
en medio de esta blasfemia

Luego fueron ascendiendo
los precios de lo que usamos
para vivir, para crecer,
para alumbrarnos y ver,
y calentarnos las manos.

Y lo que vino después
fue algo menos increible:
Unas subidas exprés
del precio del combustible.

Qué decir de la reciente
directa invasión de Ucrania
por el país cuya gente
nos escribió a Tio Vania.

Y más cosas, que me olvido
Y más dramas, sin recuerdo
que cuando las veo me pierdo
con el corazón hundido.

Y siendo así me pregunto
¿tiene sentido esta fecha?
Si la opresión nos estrecha
hasta quedarme difunto,
¿cómo saltar esta brecha?

Quizá sea esa respuesta
la que ahora necesitamos.
Apartar la deshonesta
intención de nuestros amos,
y matar esa funesta
sensación de que sobramos.

Cerrar los ojos. Sentir.
Abrir la mente. Soñar.
Ser conscientes de la mar.
Saber que no hay que sufrir.

Notar que hay palabras sueltas
unidas de tal manera
que una luz pareciera
que las envuelve resueltas.

Y más allá de su sentido
literal y metahumano
te hace un 'click' profundo y sano
que jamás has intuido.

Y llena la sensación
de no ser solo carcasa;
eres un ser de razón
cuya consciencia traspasa
los bordes de la emoción.
Mas no quiero dar la brasa.

Solo permitid unirme
a esta celebración.
No es orgullo ni traición;
solo el pensamiento firme
de que prestando atención
a veces, lo bueno, pasa.

sábado, 31 de octubre de 2020

All Hallows Evening

Toda la estancia estaba a oscuras. La figura seguía inmóvil, saboreando el momento. Llevaba esperando bastante rato, no quería precipitarse y echarlo todo a perder. No dejaba de mirar ese hueco un poco más oscuro donde se encontraba su objetivo.

La puerta de la habitación de los niños.

Esperó unos minutos más y comenzó a moverse. Despacio. Sigiloso. No podía disimular una mueca que recordaba a una especie de sonrisa. La figura, aunque desgarbada, caminaba con la frialdad de quien se sabe vencedor. Pero no quería correr riesgos. Si quiere tener éxito, los niños no deben despertarse. Todo ha de suceder de forma rápida, seca, instantánea, brutal.

Se quedó en la puerta. La luz de las farolas del exterior atravesaban las escasas rendijas abiertas de la ventana. iluminando el cuarto de forma muy tenue. Pero suficiente para distinguir las pequeñas figuras acurrucadas bajo las sábanas. La figura avanzó un paso. Luego otro. Pero al siguiente paró en seco, había pisado una especie de juguete o figura de plástico, cuyo sonido, apenas audible en cualquier otro momento del día, resonó atronador en medio de la noche.

La figura empezó a respirar agitado, temeroso de ser descubierto por esa tontería. Pero hubo suerte. Uno de los niños ni se inmutó. El otro simplemente se dio la vuelta y se tapó aún más con la sábana. Los espíritus invocados esa fantasmagórica noche estaban bendiciendo sus actos. Eso le dio coraje para terminar su acción.

Respiró hondo. Sus belfos se abrían y contraían exageradamente al ritmo de su cada vez más agitada respiración. Ya no iba a perder más tiempo. Era la hora. Dando zancadas largas se acercó al chaval que tenía más cerca. Dormitaba inocente sin saber lo que el destino le tenía preparado. Ya a su lado, extendió las manos, muy abiertas, y las dirigió hacia él, para que así, por fin...

La luz de la mesilla contigua se encendió por sorpresa, y una voz infantil y somnolienta pronunció las palabras que esperaba no tener que oír esa noche:

- "¿Papá? ¿Eres tú?.."

La figura salió de la habitación de un solo salto y se escondió en las sombras. No podía ser. Lo tenía todo previsto. Nadie tendría que haberse despertado a esas horas y mucho menos descubrirle. Escondido tras un sofá se obligó a calmarse, aunque el corazón no parecía hacerle caso. No pasa nada, se dijo. Solo tendré que esperar una hora más, como mucho. Entonces podré entrar en el cuarto, y devorar las sabrosas chuches que sus disfrazados hijos habían conseguido esa noche...

domingo, 13 de enero de 2019

Walpurgis

Fue... fue horrible. Al principio todo estaba tranquilo, y de repente la estancia se llenó de figuras difusas desplazándose de un lado a otro emitiendo irritantes chillidos. Tengo vagos recuerdos de manchas de colores relampagueando de una esquina a otra, y del terror que flotaba en la atmósfera.

La gente enseguida nos intentamos apartar hacia las paredes, evitando las irregular frecuencia de estas apariciones. Eso no impidió que esporádicamente cayese al suelo algo de ropa, o alguna silla saliera disparada hacia adelante. Temíamos que alguien pudiera recibir daños

Nos quedamos como absortos ante las diferentes escenas que transcurrían ante nuestros ojos, sin que ninguno de nuestros esfuerzos para contener estas energías dieran resultado. Solo nos quedaba esperar y contener los sollozos provocados por nuestra mal disimulada histeria.

Al final, tras casi tres horas de sordo pánico, la salvación se abrió paso hacia nosotros. La encargada se acercó sonriente y con una suave voz dijo "Ya estamos a punto de cerrar. Espero que los niños hayan disfrutado del cumpleaños"...

viernes, 27 de abril de 2018

El protocolo

La inevitable actualidad que planea estos días respecto a La Sentencia (de la cual voy a intentar reservarme mi opinión), me ha hecho recordar algo que me suele suceder con cierta frecuencia: Para ir a trabajar me levanto muy temprano (para mi gusto). Todas las mañanas de todos los días laborables, sobre las 05:15 de la mañana estoy andando mientras me dirijo a la parada de autobús. Suele ser un paseo tranquilo, solitario, inocuo, aunque a veces me cruzo con alguna persona que también sufre la misma maldición del Despertar Forzosamente Temprano.

Pero a veces, sobre todo cuando el clima acompaña, me cruzo con alguna joven. Y aunque no es algo que suceda todas las veces, sí que es tal la mayoría de ocasiones que ya tiene relevancia estadística. Y estoy hablando del miedo.

Sí, el miedo. Puede notarse a distancia. Yo voy tranquilamente a mi destino, y a lo lejos una chica viene en sentido contrario. Distraída. A lo suyo.

Y entonces me ve.

A veces yo la veo primero, a veces ella ya me tiene más que controlado cuando me percato de su presencia, pero ahí está. Apenas hay cambios perceptibles de actitud o lenguaje corporal, pero se nota. Ya creo que se nota. Está en modo Alerta. Y es una sensación bastante incómoda, la verdad. Para ambos, entiendo. No me explico que haya gente a la que esta situación no le pueda causar un cierto rechazo... Pero me estoy desviando.

Cuando me voy a cruzar con una mujer en este tipo concreto de situaciones, me he dado cuenta que inconscientemente activo una serie de acciones que he dado por llamar El Protocolo. Siempre lo mismo. Lo primero, echarme hacia el lateral de la acera que esté más alejado de ella. Luego, ponerme la mochila en el hombro que esté a su lado, a modo de "obstáculo" que ella pueda notar que está en medio. La otra mano, pegada al cuerpo y apenas moviéndose. Y la mirada fija al frente. No sé si funciona, pero la intención es la de emitir la señal de "inofensivo". Puede parecer una tontada, pero siento que debo hacerlo.

Y al final nos cruzamos. Ella con la mirada fija casi siempre en el móvil o en el suelo. Todo lo alejados que nos permita la acera. Alguna vez he creído que aguantaban la respiración... o que suspiraban aliviadas al rebasarme.

Y me fastidia. Me fastidia profundamente saber que encima tienen razones para tener pánico en estas situaciones. Y que lo único que se pueda hacer en ese momento es que pasen el menor miedo posible esos segundos. Cuánta rabia, maldita sea...

domingo, 24 de diciembre de 2017

Lo cíclico

Pues quien nos iba a decir
que otra vez es nochebuena
y se vuelve a repetir
la rutina de la cena

Mesas con invitados
Menuceles cosa fina
fastos por todos lados,
esclavos de la cocina

Y algunos aún mantienen
tradición de villancicos
usando la misma excusa
"si en el fondo es por los chicos"

Y van pasando los platos
¡Bogavantes! ¡Langostinos!
¡Pavo asado con guisantes!
¡Mousse ligera de pepinos!

Pero todo palidece
cuando muestra sus galones
la fuente que más merece:
La bandeja de turrones

Que suelen acompañar
con copas espirituosas
que ponen la lengua a bailar
y provocan... esas cosas

Y los exhabruptos vuelan
Y los rencores afloran
que los corazones hielan
mientras las abuelas lloran

Y regresan a sus casas
sin volver la vista atrás,
lanzando amenazas rasas:
"te lo juro, nunca más"

Pero luego el tiempo pasa
y la historia se repite.
Nuestra memoria fracasa
hasta el próximo convite.

Y es que para qué arreglar
esa piedra en el camino
si con ese desatino
volverás a tropezar.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Lo inevitable

Pues yo, con gran dolor de mi corazón, yo... yo.......

miércoles, 28 de junio de 2017

VL

Pues efectivamente, yo tampoco me lo esperaba...

martes, 21 de marzo de 2017

El día de la rima secuenciada

¿Que ahora la poesía
tiene su día mundial?
Ojo, no es que este día
a mí me parezca mal.
Es que resulta cargante
que todo lo reseñable,
lo soberbio, lo loable,
lo que siempre tiene amante,
necesite de un apoyo,
de una ayuda, un empujón.
Algo fuera del montón
que lo saque del arroyo
de lo culto, pero ignoto.

Y se me hincha el escroto
que para darle importancia
(válgame la redundancia)
y conjuren el mal fario
hay que ir de calendario
y señalar "hoy, aquí".
Pienso, triste de mí
que ojalá no hicieran falta
días de hablar en voz alta
defendiendo estas cuestiones.
Que plebeyos o Borbones
sepamos diferenciar
lo normal de lo importante;
lo que no es irrelevante;
lo que sí puede esperar.
Y sin nada que objetar,
dejar de conmemorar
cosas de un día al año.

No pretendo ser huraño,
mas recordar solo un día
que la vida es alegría,
es, cuando menos, extraño.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Valor castrense

En los últimos días he contado esta anécdota militar a distintas personas, y se me ha ocurrido que es una historia tan buena (o mala) como cualquier otra para ponerla en el blog y así tenerlo más o menos vivo. Con lo que mientras hago acopio de fuerzas para el gran post sobre la mili que hace tiempo que llevo en mente (temblad, TEMBLAD), buenas son tortas.

En los tiempos en los que la aguerrida juventud de la patria marchaba hombro con hombro en la común defensa despAÑA!, cuando llegaba el final de tu vida útil el documento con el que se certificaba que ya habías cumplido el trámite era la Cartilla de Licenciamento, también conocida como "La blanca" (a ver si adivináis por qué)...


En ese documento se reflejaban las aptitudes mostradas por el militar saliente durante su periodo de servicio (vamos, "las notas"), y entre ellas se encontraba la que ahora nos ocupa: el valor.

En ese campo se indicaba si el interfecto había realizado alguna acción gallarda que demostrase que los tenía bien puestos. En ese caso, el valor se consideraba Acreditado. Pero teniendo en cuenta que ni estábamos en tiempo de guerra ni había tantas situaciones en las que uno pudiera (o quisiera) demostrar lo valiente que se es, a la mayoría se le ponía la respuesta estándar: Se le supone. Es decir, que a uno se le supone que tiene valor; no lo ha demostrado, pero confiamos en él.

En mis tiempos en el que el caqui is the new black, llegado el momento de mi inminente licenciamiento, me dije a mí mismo que no podía permitir que el ejército pensase que yo tenía alguna pizca de valor. Yo, cobarde convicto y confeso, iba a recibir una apreciación que no me merecía: "Se le supone".

Así que ni corto ni perezoso me presenté ante mi subteniente para decirle que gracias, pero que no era valiente. Que yo era cobarde. Y que en mi cartilla, en el concepto "Valor", debería reflejar la triste y gallinácea realidad. Y mi superior, agradeciendo mi sincera muestra de sinceridad, me dijo que de acuerdo.

Que de acuerdo, pero que al igual que el valor, la cobardía también debe ser acreditada. Así que o me licencio cuando me toca y dejamos que el valor se me suponga, o me quedo en el cuartel hasta que se produzca una situación en la que me haga caquita de forma pública y notoria, de forma que no habrá problemas en certificar mi cobardismo por parte de la Autoridad Competente. Ole.

Así que tras (no) meditarlo mucho, decidí licenciarme ya mismo y que ya habrá tiempo de contarle la verdad a las Fuerzas Armadas. Lo primero es lo primero, oye. Eso sí, como de repente se declare una guerra y me llamen a filas, alguien de la comandancia se va a llevar una sorpresa...

miércoles, 19 de octubre de 2016

Soneto Documental

Un proceso he de documentar, gigante,
y en mi vida me he visto en tal aprieto
puesto que aunque no sea un tema obsoleto
la premura me va a resultar cargante

Así pues muevo el mentón hacia delante,
pues la autoridad del jefe yo respeto.
Otra cosa es saber dónde me meto
y que la voluntad y esfuerzo se me espante

El proceso entero voy documentando
aunque veo que me queda un largo trecho,
por si acaso ya me lo voy maquetando

Como esto es para largo, lo sospecho
hago magia para irlo terminando;
le meto copia y pega, y está hecho!