El conflicto (y 4)
Bueno, pues al final se pudo zanjar el conflicto. No se pudo recuperar a nadie de los despedidos, pero al menos se fueron con las manos un poco menos vacías. Pero no quiero empezar por el final, así que retomo la historia:
Lo último que se dijo aquí fue que la Empresa nos convoca para poder hablar y negociar una mejor salida para los despedidos, si con eso se consigue encauzar de nuevo el modelo de relación laboral que había antes del día de cosecha. La reunión es en viernes, así que antes de juntarnos con Dirección, el Comité se reúne en pleno para acordar posibles respuestas y exigencias que poder emitir. Nosotros tenemos ya prácticamente asumido que la readmisión es imposible (aparte de las reiteradas y rotundas negativas ya recibidas a ese respecto), aunque algún otro compañero insistía en que se podría insistir en ese tema. Ni yo lo veía viable, vamos, y eso que soy el optimista inocente del grupo… Tras deliberación y votación, se acuerda centrarse en la mejor oferta económica para los despedidos y la creación de una bolsa de empleo para que ellos se puedan apuntar (los que quieran, claro), y en caso de que en un futuro se necesite personal, que ellos fuesen los llamados en primer lugar. Y sobre el aspecto económico, hubo un cierto debate al respecto ya que mi grupo quería pedir una indemnización de 35 días por año trabajado, mientras que la otra parte quería empezar por 45 y así tener margen para bajar (que sería lo más lógico). Eso sí, en caso de nudo gordiano, no se aceptaría nada por debajo de los 33 días, qué menos…
Bien, pues tras votarlo salieron los 35 días. A este respecto, y una vez levantado el pleno, quise preguntar a mi jefatura sindical, ya que no lo veía coherente, vamos. La respuesta que me dieron sí que lo fue: había prisa. Básicamente, si se hubiera dispuesto de cierto tiempo, varias reuniones, diversos tiras y aflojas en los que poder ir reduciendo de 45 días hasta algo más realista pero igualmente positivo, se podía haber empezado por ahí. Pero no había tiempo; solo dos días, dos, hasta las reuniones del servicio de mediación, cuando se tendría que presentar ya algún tipo de acuerdo (de llegarse). Así que las cabezas pensantes vieron más factible empezar directamente por algo más austero (35 días) y no dar mucha posibilidad de reducción, que no el empezar muy arriba y que no diera tiempo a llegar a algo decente. Esto sí es estrategia sindical.
Pues una vez aclarado todo esto, nos juntamos con la empresa. Muy solemnes todos, nos dicen que con la intención de finalizar todo esto de la mejor manera posible, acceden a mejorar la compensación para los despedidos hasta 28 días por año, además de un compromiso para mantener a la plantilla que queda sin sustos durante este año y el que viene (salvo causas de mucha fuerza mayor, en cuyo caso se comprometen a negociar con el comité antes de hacer nada). No está mal, pero nos parece insuficiente. Nosotros lanzamos nuestra propuesta, consistente en la bolsa de empleo antes mencionada, y la opción de los 28 días para quien quiera apuntarse a la misma, y 35 para quien no quiera. Eso sí, a los que se apunten a la bolsa, tienen que ser llamados al menos un mínimo de seis meses entre este año y el que viene; en caso de no ser así, se subiría la indemnización hasta los 35 días antes dichos. Básicamente porque sería una faena romper la prestación del paro si te llaman uno o dos meses y no más, así que por lo menos no fuese traumática una contratación muy limitada.
Esto pilla a la dirección un poco por sorpresa, que no se había planteado el tener una doble escala indemnizatoria. Lo de la bolsa de trabajo no les parece mal, aunque lo del compromiso de los seis meses lo ven un poco justo; si no saben cómo vamos a ir de trabajo este año para los que nos quedamos, menos aun podrán profetizar las necesidades de los próximos 23 meses. Pero en principio no se niegan a estudiarlo. Se lanzan una serie de argumentos por parte de los asistentes acerca de las bondades de su propuesta, y nos piden un receso para consultarlo con los jefazos.
Y así nos quedamos unos treinta o cuarenta minutos, hasta que bajan con una respuesta (justo cuando yo estaba en el baño, que ya es casualidad). Regreso corriendo mientras estaban dando la respuesta de los súper tacañones: Aceptan la doble escala indemnizatoria y la bolsa de trabajo, pero la bolsa sería sin compromiso de permanencia, y para los que no se apuntaran, la indemnización subiría hasta 30 días. Curiosamente vendían esta subida como “casi son los 33 días que podrían conseguir en un juicio”, no se si a más gente esta frase le parece un poco absurda en ese contexto…
Evidentemente eso nos parecía insuficiente a todas luces, así que declinamos la oferta. La Empresa comentó que nos lo pensáramos bien porque el lote o se cogía completo o se rechazaba completo, y eso incluía el compromiso de empleo estable por dos años. Cosa que ellos consideraban importante, muy importante, casi necesario, y que teníamos que valorarlo mucho. De hecho, y es una opinión personal, la forma en que nos lo vendían me hacía pensar que casi era más importante para ellos (la dirección) que para nosotros (la plantilla). Extraño. Y volvió a lanzarse un cruce de acusaciones acerca de que mira lo que habéis hecho, vosotros no sabéis lo que hemos sufrido, sí pero ahora quién paga el pato, etc… La dirección mencionó (de nuevo) el hecho de que la idea original era realizar cerca de 40 despidos, y que gracias a sus negociaciones con la Alta Dirección y sus esfuerzos se quedaron solo en 19, y que después de asegurar que todo quedaría allí, el ir de nuevo ahora con el “pague usté un poquito más” igual nos dejaba a todos en mala situación. Y se le contestó básicamente que eso es culpa suya: si en vez de negociar a solas y a escondidas, hubiese contado con el Comité, igual lo sucedido hubiera sido diferente…
Al final, acaba la jornada con la recomendación mutua al otro para que se mediten y valoren las contrapropuestas durante el fin de semana. Y se levanta la sesión sin haber acordado nada en firme. Ellos ofrecen 30 días en el mejor de los casos, nosotros pedimos 35. Casi todo parece indicar que con un último esfuerzo se llegarán a los 33 días usuales …
Y así transcurre el fin de semana. Llega el lunes y la empresa nos convoca de nuevo por la tarde para ver si hemos razonado acerca de su propuesta. Por resumir, mantenemos nuestra postura y que no aceptamos 30 días y una bolsa de trabajo descafeinada, así que ellos, y de forma absolutamente resignada, dicen que vale, que 33 días y listo, y que así la alta dirección firmará el famoso compromiso por el empleo. Aquí mis sospechas de que realmente a la otra parte le interesaba esa firma se volvieron más sólidas. Lo de los 33 días, así, tan fácilmente desde el viernes anterior, reconozco que me sorprendió. Casi estábamos por felicitarnos pero había un último fleco: la bolsa de empleo. Ahí se mostraron inflexibles: que se apunte quien quiera, pero no se comprometían a un tiempo mínimo de contratación. Creo que eso hizo que se lanzase un último órdago: si queréis que aceptemos el que no haya condiciones en esa bolsa de empleo, si realmente no veis posible que haya muchas opciones de necesitar gente, y por eso casi preferís subir la indemnización que ofrecer posibilidades de empleo, pues entonces ofreced los 35 días, y que los despedidos valoren si les compensa coger 28 días y una endeble posibilidad de trabajo o directamente 35 días de una tacada y comenzar de nuevo. Así se lanzó.
La dirección se quedó un momento pensativa, se miraron entre ellos, y dijo tranquilamente “tendría que preguntarlo”.
Se levantaron, nos repitieron las condiciones que pedíamos “para estar seguros de lo que solicitamos y luego no haya confusiones” y dijeron que volvían en cinco minutos. Fueron diez.
Volvieron, se sentaron y el gerente apenas alzó la voz para soltar un sonriente “Hay fumata blanca”… Así que se comentaron diversas aclaraciones acerca del texto que se firmaría para oficializar el acuerdo (¡ya lo tenían preparado!), se modificaron las condiciones a lo finalmente conseguido, se alteró alguna palabra o frase que podría ser malinterpretable, y se firmó. Al fin, un acuerdo.
Y lo que digo a continuación ha sido relatado por terceras personas, al no estar yo presente en los citados acontecimientos: Al día siguiente se reunieron los despedidos en el SAMA (bueno, solo los que habían denunciado a la empresa). Nadie se apuntó a la bolsa de empleo. Solo una persona se negó a firmar, considerando que sus demandas exigían la celebración de un juicio para aspirar a la nulidad del despido. Una decisión tan respetable como cualquier otra.
Dos personas se enfadaron y quejaron ya que ellos pensaban que estábamos luchando por su reincorporación, no por el dinero. Echaron pestes de nuestra forma de actuar, se indignaron y proclamaron que las habíamos abandonado. Pero aceptaron los 35 días. Podrían haber sido coherentes consigo mismas y seguir hasta el juicio, como la persona de antes.
Y ya está. Tras un mes de movilizaciones, pitos, cánticos polémicos, pegatinas reivindicativas, paros programados y mal rollo, parece que se ha podido calmar un poco la situación. ¿Hemos vuelto a estar igual que antes? No lo creo: falta gente, hay rencillas no resueltas, y siempre quedará el escozor de lo que pasó ese fatídico día. Pero una cosa tengo clara al menos: si no nos hubiéramos quejado, si lo hubiésemos aceptado resignados porque “los mercados lo quieren”, no se habría conseguido nada. Los sindicatos supieron reaccionar y hacer algo menos triste la situación. Por muy mala fama que se les quiera poner ahora mismo, pensad qué habrían conseguido esas personas si hubiesen tenido que pelear sus lentejas ellos mismos, sin apoyo, sin experiencia… Mal rollo. Es un clarísimo ejemplo del paradigma que nos espera si se elimina la negociación colectiva del mundo laboral.
Y ya está. Tras diecinueve despidos, un mes de protestas y dos gripes, puedo dar por concluida esta serie. Espero no haberme dejado mucho olvidado, y que no sea importante. Ya podéis criticarme en los comentarios :)
Sí, eso va por ti, Nikola Tesla ;P